Estudiemos la Palabra de Dios

Estudiemos la Palabra de Dios

Cuando renacemos (Romanos 10:9,10), recibimos el don de espíritu santo de parte de Dios. Con ese don viene la habilidad de andar poderosamente así como Jesucristo anduvo, y la clave para manifestar este poder es alinear nuestro modo de pensar y nuestras acciones con la Palabra de Dios. Así es cómo somos transformados por medio de la renovación de nuestras mentes.

Romanos 12:2:
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Necesitamos saber qué dice la Palabra de Dios para renovar nuestras mentes; así que, el primer paso por tomar es estudiar la Palabra de Dios. Veamos qué es estudiar la Palabra de Dios y consideremos más profundamente por qué Su Palabra merece nuestro estudio diligente.

Vayamos a II Timoteo 2 para aumentar nuestro entendimiento acerca del significado de «diligencia».

II Timoteo 2:15:
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

En el libro La Biblia me lo dice, el Dr. Victor Paul Wierwille, el Presidente fundador de nuestro ministerio, declaró lo siguiente con relación a este versículo: «…la profundidad del significado de “procura con diligencia” es poner un esfuerzo diligente, teniendo en cuenta la brevedad del tiempo. En otras palabras: “Dele todo lo que tenga”. Dios nos está diciendo que hagamos un esfuerzo fervorosa y diligentemente, usando nuestro tiempo sabiamente».

Dios exhorta a Sus hijos e hijas a ser obreros de Su Palabra para que conozcamos lo que Su Palabra dice. Una manera de poner un esfuerzo diligente en estudiar, es leer y estudiar diariamente. A medida que dedicamos más tiempo para Él cada día, podremos alinear nuestro modo de pensar y nuestras acciones con Su Palabra y comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Cada minuto que pasamos estudiando la Palabra de Dios puede animarnos y fortalecernos a vivir más poderosa y abundantemente para Él.

¿Por qué la Palabra de Dios garantiza nuestro esfuerzo diligente al estudiarla? La Palabra de Dios es digna de nuestra confianza: provee un fundamento sólido sobre el cual estar firmes.

Salmos 119:160:
La suma de tu palabra es verdad,
Y eterno es todo juicio de tu justicia.

La Palabra de Dios es verdad. La verdad de Su Palabra permanece para siempre; es eterna. Ella «vive y permanece para siempre» (I Pedro 1:23). Su Palabra nunca nos defraudará. Podemos confiar en su integridad y exactitud. A medida que confiamos en Su Palabra, la hacemos el fundamento de nuestras vidas.

En el Libro de Hebreos, Dios declara que hay beneficios para aquellos que Lo buscan diligentemente.

Hebreos 11:6:
…es [Dios] galardonador de los que le buscan.

Uno de los mejores lugares para buscar a Dios es en Su Palabra. Su Palabra es Su voluntad. A medida que aprendemos y aplicamos Su Palabra en nuestras vidas, seremos galardonados por buscarlo a Él diligentemente y fomentaremos una relación personal con el Todopoderoso como nuestro Padre celestial.

II Pedro 1:3:
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su [Dios] divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.

«La piedad» se refiere a una relación espiritual verdadera y vital con el Dios Todopoderoso. Él creó la vida y Él puede mostrarnos cómo vivirla al máximo, andando poderosamente como Jesucristo anduvo.

Hemos considerado este primer paso para renovar nuestras mentes—estudiar la Palabra de Dios. La estudiamos con diligencia, teniendo en cuenta la brevedad del tiempo. Hacemos esto porque la verdad de la Palabra de Dios permanece para siempre—podemos confiar plenamente en Dios y en Su incomparable Palabra. Y podemos anticipar ser galardonados por buscar a Dios con diligencia, a medida que aprendemos y aplicamos lo que hemos estudiado. Estudiemos la Palabra de Dios y renovemos nuestras mentes a ella; nosotros comprobaremos esa buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, y viviremos más poderosa y abundantemente para Él.

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